ALEJANDRO M. GARCÍA SAN JOSÉ (ED.)
Editorial Trasantier, 2015, Madrid
A través de unas cartas enviadas por Freud a su novia, Martha Bernays, durante el periodo de 1882 hasta 1886, desde las ciudades de Viena, París y Berlín principalmente, se puede bosquejar una parte de la personalidad de un desconocido Sigmund Freud enamorado.
Desde la primera misiva, y a lo largo de todas ellas, se observa una forma delicada y tierna de dirigirse a su novia, con los siguientes encabezados: «Mi preciosa y amada niña», «Mi dulce Marty», «Mi querido tesoro», «Mi adorada princesa, «Mi dulce mujercita », para terminar con un «Amada mía». Ello nos señala a un hombre, un joven médico que, a pesar de las penurias económicas por las que pasa, tiene tiempo y un gran fervor por amar y demostrárselo a su amada.